La violencia vicaria es un conjunto de violencias de género en contra de las mujeres y sus hijas e hijos: psicológica, económica, emocional, física y hasta sexual. Esta es la historia de Giovana.

Giovana Trejo dejó de ver a sus tres hijas hace seis años, luego de que le dijo a su entonces esposo, Carlos “N”, que renunciaba a la vida de violencias a su lado.
“Tuvimos una discusión muy fuerte porque decidí dejarlo. Las niñas estaban en casa de mis papás, acababámos de celebrar el cumpleaños de la más chica, y él (Carlos) va por ellas y se las lleva a casa de su mamá. Me dijo: cuando quieras venir a verlas, ven y a ver si podemos arreglar esta situación.
“No había nada qué arreglar, yo ya sabía que quería el divorcio. Me dejó ver a mis hijas solo una vez. A la segunda, me dijo que ya estaban dormidas, y a la tercera que me presenté, Carlos y su mamá me sacaron a golpes”, dice Giovana en entrevista con Marejada.
Hoy, la hija mayor tiene 20 años; la mediana, 13; y la más pequeña, siete. Y aunque Carlos “N” enfrenta desde hace dos años un proceso judicial por violación en agravio de su exesposa, Giovana Trejo todavía no recupera la custodia de sus dos hijas menores de edad y tampoco ha logrado establecer contacto con ellas.
La mujer, de 39 años de edad, tiene además una demanda por pensión alimenticia que presentó Carlos “N”, aunque ella sí cumplió con esta obligación impuesta por un juez.
"Dicen que les debo 20,000 pesos de pensión alimenticia. Yo siempre cumplí y tenía derecho a las convivencias con mis hijas".
Giovana Trejo, víctima de violación y violencia vicaria
A mediados de este año, el proceso contra Carlos “N” -detenido en mayo de 2020- se retomó en los Juzgados de Cuautitlán, en el Estado de México. Allí afuera, Giovana contó su caso a un grupo de activistas que le dijeron que era víctima de violencia vicaria.
La violencia que siempre ha existido
La violencia vicaria es un conjunto de violencias machistas ejercida por parte de un hombre a través de hijas e hijos sabiendo que causará un daño irreparable a la mujer.
Este tipo de violencia es prolongada y no ocurre de un día para otro, es antecedida por otro tipo de abusos: psicológico, económico, emocional, físico y hasta sexual.
Aunque la violencia vicaria siempre ha existido, el término fue acuñado apenas en 2016 por la psicóloga clínica y activista Sonia Vaccaro, y como delito se reconoció por primera vez en España.
En México es más reciente. En 2021 recién se comenzó a hablar de la violencia vicaria. Por eso no resulta extraño que Giovana no supiera que es víctima de este delito, que hasta agosto de este año es reconocido bajo un tipo penal en seis estados:
Baja California Sur.
Estado de México.
Zacatecas.
Hidalgo.
Puebla.
Yucatán.
Las penas en estas entidades que ya cuentan con la llamada Ley Vicaria alcanzan hasta ocho años de prisión para los agresores. Pero la violencia vicaria tiene cómplices, entre los que se encuentran jueces, fiscalías, abogados, escuelas, la familia paterna y/o la nueva pareja del victimario, etcétera; para ellos no hay sanción.
Si bien no hay una cifra exacta de casos de violencia vicaria en México, organizaciones civiles proyectan más de 1,000, concentrados en su mayoría en Jalisco.
Según estimaciones del Frente Nacional contra la Violencia Vicaria (FNVV), el 81% de las mujeres víctimas de violencia vicaria sufre la separación forzada de sus hijas e hijos, y el 19% vive con la amenaza constante de la sustracción.
Además, en los casos de violencia vicaria, el 88% de los agresores amenaza a la mamá con hacerle daño a través de sus hijos; el 90% de las mujeres tiene denuncias falsas (como Giovana) y en el 80% existe un deudor alimentario.
Cabe aclarar que la violencia vicaria no es únicamente la sustracción forzada de hijas e hijas. Se comete una vez que las mujeres deciden romper con el ciclo de violencia durante su matrimonio. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), siete de cada 10 mujeres sufren violencia a manos de sus exparejas.
Una vida de violencias
Giovanna Trejo conoció a Carlos “N” a los 15 años de edad. Ambos estaban en preparatoria y desde esa época se fueron a vivir juntos. Después llegó su primera hija y el matrimonio.
“Él siempre fue una persona muy violenta y cuando nació mi hija grande él amenazó con irse, pero al final se quedó. Cuando mi hija tenía seis años, empezaron los golpes y violencia de todo: económica, física y psicológica. Yo lo iba a dejar cuando me enteré que otra vez estoy embarazada”, cuenta Giovana.
Durante su matrimonio, Giovana Trejo tuvo cuatro embarazos y uno de ellos, el segundo, derivó en un aborto que fue causado por Carlos “N” durante una discusión en la que la empujó, pero ella no tuvo tiempo de denunciar y las autoridades no indagaron más.
“Empezamos a discutir, él me agarró, me empujó y yo caigo para atrás. Sangro, me lleva al doctor y ahí me empiezan a hacer preguntas de qué le había yo hecho al bebé, qué me había tomado o qué me había metido. Yo les dije que discutí con el señor (Carlos) y que me había aventado. En el hospital dijeron que iban a mandar al Ministerio Público, pero no hablaron conmigo, sino con él, y les dijo que me caí por accidente”, señala.
Pasaron los años y Giovana tuvo sus otros dos embarazos con un diagnóstico de depresión y en medio del sometimiento de su esposo, que le impedía trabajar, estudiar y hasta salir sin su “permiso”. Carlos “N” también le impidió hacerse una cirugía de esterilización.
Giovana encontró una escuela de enfermería y ahí decidió cambiar su vida. Dejaría a su esposo, estudiaría y trabajaría. Su hija mayor, de entonces 14 años, aplaudió su decisión y expresó su total apoyo. Situación que cambiaría con los años.
"De pronto, mi hija mayor ya no me quería ver, que porque estaba enojada conmigo. Y ahorita supuestamente va a declarar en mi contra (en el juicio que se lleva por violación)".
Giovana Trejo, víctima de violación y violencia vicaria
Abusos a cambio de saber de sus hijas
El quinto embarazo de Giovana ocurrió después de separarse y fue producto de una violación cometida por Carlos “N”. El niño, de hoy dos años de edad, es el único que está con su mamá.
La mujer ya llevaba entre cinco y seis años siendo abusada sexual y psicológicamente por su expareja. “Él siempre me dijo: yo nunca te voy a dejar, tú siempre vas a ser mía. Me esperaba afuera del trabajo, entraba a mi casa, me mandaba mensajes”, acusa Giovana.
En 2018, la mujer intentó levantar una denuncia contra Carlos “N” por violación, pero el Ministerio Público de Cuautitlán la desechó sin haber realizado los peritajes correspondientes. ¿La razón? Giovana tenía las uñas pintadas de rojo e iba maquillada.
Los abusos sexuales se cometieron como parte de una serie de chantajes para permitirle a Giovana ver, hablar o tener cualquier información sobre sus hijas, lo cual nunca ocurrió.
“Siempre me decía: puedo hacer que tus hijas quieran volver a hablar contigo. A cambio me pedía fotos o simplemente se presentaba a mi casa y me violaba. Pero si yo quería saber algo de mis hijas, él me contestaba los mensajes cada tercer día o cada que se le antojaba. Una de mis hijas hizo su primera comunión y yo me enteré por las redes sociales”, detalla.
En mayo de 2019, con un bebé recién nacido, Carlos “N” violó por última vez a Giovana. Para entonces la violencia ya había escalado contra su hijo, por lo que la mujer volvió a presentar una demanda y solicitó una orden de restricción.
Ese día, mientras Carlos “N” se quedó dormido tras haber cometido el abuso sexual, Giovana tomó a su hijo y logró salir de la casa para pedir ayuda. De inmediato llegaron agentes policiales que lograron detener al sujeto cuando intentaba escapar.
“Pensé que ahí iba a terminar todo, pero el Ministerio Público me dice: señora, me acaban de decir que le entregan ahorita a las niñas, pero usted tiene que retirar los cargos contra su esposo. Me negué, la situación ya me había sobrepasado y mis hijas no son moneda de cambio. No retiré los cargos”, enfatiza.
Giovana Trejo ha enfrentado violencia institucional antes y durante el proceso contra Carlos “N”, por eso teme que, por un error o por “empatía” del juez, su agresor vuelva a quedar en libertad. “Si eso pasa no sé qué haré, a dónde iré, qué me pasará”, cuestiona.
Si el juez declara culpable a Carlos “N”, la sentencia sería de cinco a 15 años de prisión solo por violación, de acuerdo con el Código Penal del Estado de México. Pero, ¿qué hay de los otros abusos que ejerció contra Giovana, como el aborto y la violencia vicaria de la que es víctima?
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