En México hay 225,845 personas privadas de la libertad. Para esta población, la comida dice más que cualquier cosa. Representa un abrazo, un “estoy aquí”, un “no estás solo”.
Iván aceptó la invitación de un amigo para ir a trabajar a una obra de construcción en Zacatecas (él es originario de Durango). La oferta de empleo logró reunir a seis jóvenes que se trasladaban en un camión cuando fueron interceptados por un grupo delictivo.
Los seis jóvenes fueron torturados y amenazados con tal de obligarlos a trabajar dentro de su organización. “No tuvieron otra opción. A los chicos que se fueron de Zacatecas los asesinaron”, pero Iván sobrevivió, aunque después acabó en la cárcel, recuerda su mamá, Paty.
Desde ese momento, la mujer de 53 años de edad empezó a cocinar los platillos favoritos de su hijo para llevarlos al tan ansiado “día de visita” en el penal al que fue ingresado Iván. Uno de estos son los burritos de carne de res, elaborados con la receta especial de su mamá.
Paty vive en Durango, a cinco horas de distancia de donde estaba Iván. El horario de visita era por la mañana, así que debía viajar un día antes y dormir en la central camionera. Durante la privación de la libertad de su hijo, Paty solo podía visitarlo una vez cada tres meses, pues no había dinero suficiente para costear el viaje.
La historia de Paty, así como su receta de burritos, tortilla de harina y una central camionera, aparece en el libro Con sabor a Libertad. Veinte recetas y un cuento hechos con amor para personas en prisión, publicado en junio de este año y editado por la organización civil Documenta AC.
La situación de las personas privadas de la libertad
Hasta marzo de este año, en México había 225,845 personas privadas de la libertad tanto en el fuero común como en el federal, según los datos del Cuaderno de Información Estadística Penitenciaria Nacional, de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
De ese total, 133,107 personas ya fueron sentenciadas, pero otras 92,736 solo tienen la vinculación a proceso, y son estos casos los que, además de aumentar la población penitenciaria en los últimos dos años, exceden la capacidad de las prisiones mexicanas hasta en un 4.30%.
La violación a los derechos humanos de las personas privadas de la libertad es prolongada y ocurre de muchas maneras, como los problemas de salud derivados del tipo de alimentación que se da en las prisiones.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha documentado que por lo menos el 35% de los centros penitenciarios en México tiene deficiencias alimenticias, aún cuando el Estado tiene la obligación de proveer una vida digna y de calidad a las personas privadas de la libertad.
Después, viene la humillación para las personas que van a visita, quienes deben pasar filtros de seguridad que atentan contra su dignidad. Los platillos que llevan también son “manoseados”, y para permitirles su ingreso deben pagar un soborno de hasta 500 pesos.
"El ingrediente principal de cada uno de los platillos de este libro, así como de las historias detrás de los mismos, es el amor de las mujeres que cocinan para las personas privadas de la libertad. Ellas son las que proveen a sus familiares lo que el Estado les ha negado".
Documenta AC.
Ellas, porque, en la mayoría de los casos, es en las mujeres en quienes recae el cuidado de las personas privadas de la libertad, sobre todo si se trata de hombres, que representan una población carcelaria de 213,061 internos.
Por el contrario, las 12,782 mujeres privadas de la libertad son la población más “olvidada” por el sistema penitenciario, por sus parejas o por sus familias.
"La gran mayoría somos mujeres. Somos nosotras las que resistimos la serie de filtros que nos separan de las personas que amamos", dice Olga, de 52 años, habitante de la Ciudad de México y con un familiar privado de la libertad.
Comments